Orgullo y Prejuicio: la economía y su relación con las ciencias sociales

Introducción

La ilustración es una genialidad de EULOGIA MERLE

Durante décadas, los economistas se han esforzado por formalizar sus postulados bajo leyes universales, intentando convertir a la economía en una «verdadera ciencia». Como consecuencia se han apartado de su carácter social, transformando su campo teórico en un juego matemático que dificulta la comunicación con la mayoría de los científicos sociales. Aquí analizamos el exceso de confianza en la relación de la economía con las demás ciencias sociales y sugerimos una posible causa del prejuicio que existe hacia la ciencia económica.


Orgullo y Prejuicio, es la novela más famosa de Jane Austen. Publicada originalmente de forma anónima en 1813, llegó a convertirse en una de las más reconocidas obras de la literatura inglesa, reescrita como un musical para Broadway (1959) e incluso como una película (2005) con Keira Knightley y Matthew Macfadyen como protagonistas.

La historia transmite una perfecta imagen de la sociedad inglesa de la época, gracias a una minuciosa caracterización psicológica y comportamental de los personajes, a tal punto, que ha inspirado una investigación que descifra el funcionamiento de la economía de genero detrás de la novela, los procesos educativos de la época y los primeros indicios de individualización femenina en la sociedad moderna[1].

Pero la razón por la que hemos introducido esta narración, es porque creemos que describe muy bien la relación actual entre la economía y las demás ciencias sociales. Su argumento se centra en la dificultad y la importancia de conocer realmente al otro. Se trata de una historia de superación, en la que Darcy deberá vencer su orgullo de clase, mientras que Elizabeth deja a un lado sus prejuicios hacia él.

Generalmente se aceptan dos tipos de orgullo, uno positivo y otro negativo. Al orgullo positivo también se le llama autoestima o autoconfianza, mientras que al orgullo negativo se le llama soberbia o exceso de confianza. Es precisamente este último al que hacemos referencia aquí, un sentimiento de valoración de uno mismo y de sus propios méritos por encima de los demás, que suele acarrear una idea de superioridad.

Durante décadas, los economistas se han esforzado por formalizar sus postulados bajo leyes universales. Se han enamoraron de la belleza intrínseca de las matemáticas y las han usado para elaborar todo tipo de teorías y modelos abstractos, basados en conceptos generales y no en hechos específicos.

Este comportamiento, conocido como envidia de la física, ha sido el resultado de intentar convertir a la economía en una “verdadera ciencia”, apartándose de su carácter social y transformando su campo teórico en un juego matemático, sobreestimando el valor de la conducta humana individual y olvidando la importancia de centrarse en el análisis de los hechos que afectan las vidas de las personas.

En este proceso, se han distanciado de la realidad, ignorando sistemáticamente la evidencia que contradice los modelos y dificultando la comunicación con la mayoría de los científicos sociales, incluyendo muchos economistas que no dominan las matemáticas complejas.


 “Las ciencias sociales necesitan una teoría unificada del comportamiento humano” Maurice Allais[2]


Los psicólogos cognitivos saben que el exceso de confianza nos afecta a la mayoría de nosotros la mayor parte del tiempo. En un estudio clásico, que arrojó resultados tan hilarantes como deprimentes, se preguntó a un grupo de conductores sobre su competencia en relación a otros conductores. El 93 por ciento afirmó ser mejores conduciendo un coche que la media, lo que obviamente, no es posible[3].

Pero podríamos creer que el exceso de confianza es sólo para aficionados, que los expertos no se comportan así. Lamentablemente, ser un experto en algún dominio no protege contra el exceso de confianza[4], y por alguna razón los economistas lo han llevado al extremo. En 2003, el economista y premio Nobel Robert Lucas dio un discurso ante la Asociación Económica Estadounidense. En él, aseguró que “el problema central de prevención de las depresiones se ha resuelto, para todo propósito práctico y de hecho, ha quedado resuelto por muchos decenios[5].” Pocos años después el mundo se sorprendía con la crisis económica de 2009, la más intensa desde la Gran Depresión.


Daniel Kahneman calificó al exceso de confianza como “el sesgo cognitivo más significativo”.


En su libro “Pensar rápido, pensar despacio”, Daniel Kahneman calificó al exceso de confianza como “el sesgo cognitivo más significativo”[6]. Los factores emocionales, cognitivos y sociales que están detrás del orgullo, constituyen un cóctel embriagador, que no nos permite aceptar que cometemos errores, que podemos estar confundidos. La ilusión sobre lo que creemos saber y la incapacidad para reconocer las dimensiones de nuestra ignorancia dificultan la comprensión de la complejidad e incertidumbre del mundo en que vivimos.

Entre muchas otras cosas, se ha culpado al exceso de confianza por el hundimiento del Titanic[7], el accidente nuclear en Chernóbil, la crisis de las hipotecas de alto riesgo de 2008[8], y ahora lo culpamos también de ser el principal responsable de distanciar a la economía de las demás ciencias sociales.

Quizás por esto, haya crecido el recelo hacia la economía. Después de todo, quién quiere acercarse al soberbio de la clase, y menos aún, si este cree que pertenece a otra clase completamente distinta.

Un prejuicio es simplemente la formación de una opinión de forma anticipada. Una etiqueta que ponemos sobre la base de un pensamiento inconsistente, debido a que nos falta información relevante sobre la otra parte. Lo irónico es que el prejuicio podría ser simplemente un mecanismo de defensa, el némesis inexorable contra el exceso de confianza.


Lo irónico es que el prejuicio podría ser simplemente un mecanismo de defensa, el némesis inexorable contra el exceso de confianza.


La humildad, cualidad contraria al orgullo, es lo que nos permite adoptar una actitud abierta, flexible y receptiva para poder aprender aquello que todavía no sabemos. Estar abiertos a ideas nuevas es fundamental. Comprender que nuestro conocimiento es siempre provisional e incompleto, que podría requerir una revisión a la luz de nuevas pruebas es urgente.

Suele decirse que “todos los modelos están mal, pero algunos son útiles”. Quizás podríamos reconocer que “todos los modelos están mal, pero algunos están completamente mal”.

Orgullo y Prejuicio, son los principales retos que debe sortear la economía, conjuntamente con el resto de las ciencias sociales, para lograr un mejor inter relacionamiento, en el estudio de su principal objetivo: el ser humano. Orgullo, es de aquello que debe despojarse la economía, de su anhelo de ser una ciencia exacta, superior a las demás. Prejuicio hacia lo que implica la economía, es lo que deben abandonar los legos a ella, si realmente queremos que las ciencias, todas ellas, expandan los límites del saber.

Referencias: (1) Sánchez, S. H. (2012). La economía de las relaciones de género en Orgullo y prejuicio de Jane Austen. Investigaciones Feministas, 3, 233-251. (2) Allais, M. (1989). My life philosophy. The American Economist, 33(2), 3-17. (3) Svenson, O. (1981). Are we all less risky and more skillful than our fellow drivers?. Acta psychologica, 47(2), 143-148. (4) Angner, E. (2006). Economists as experts: Overconfidence in theory and practice. Journal of Economic Methodology, 13(1), 1-24. (5) Lucas Jr, R. E. (2003). Macroeconomic priorities. American economic review, 93(1), 1-14. (6) Kahneman, D. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. Debate. (7) Labib, A., & Read, M. (2013). Not just rearranging the deckchairs on the Titanic: Learning from failures through Risk and Reliability Analysis. Safety science, 51(1), 397-413. (8) Moore, D. A., & Swift, S. A. (2011). The three faces of overconfidence in organizations.


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Saludos, nos leemos pronto! Martín.

2 comentarios en “Orgullo y Prejuicio: la economía y su relación con las ciencias sociales

  1. Coincido con la idea sobre el exceso de confianza, en otro caso todas las crisis se hubieran previsto con tiempo. Simplemente con analizar el grado de avaricia humana se podrían preveer. Suerte con el blog. Os sigo. Saludos @juanjesang

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